Historia de Ana: de rigidez a fluidez
Ana ponía una alarma de diez minutos después del café. Empezó con tres posturas y respiración prolongada. Al tercer día notó menos tirantez en la espalda; a la segunda semana, bajar al suelo ya no era una lucha, sino un ritual agradable y cotidiano.
Historia de Ana: de rigidez a fluidez
Su mayor limitación eran los tobillos rígidos, no los isquiotibiales. Al incluir movilidad de pantorrillas y dorsiflexión con pared, el Perro boca abajo se volvió estable. Aprendió que a veces la llave del cambio está lejos de donde sentimos la tensión principal.